Puedo afirmar que casi todo el mundo ha vivido la experiencia de subirse a una rueda de la fortuna. Una sensación que no se describe, solo se vive y se siente en la boca del estómago, te permite una vista privilegiada y literal, puedes volar con la tranquilidad de un aterrizaje seguro.
Su forma y principio básico de «estar arriba y estar abajo en un ciclo» es un clara alegoría de la vida misma. La fortuna te despoja de la seguridad de algo que no puedes controlar… la fortuna misma.
Este mágico artefacto fue inventado por el estadounidense George Ferris. Y su historia llama la atención, no solo por que esta atracción es universal, si no por cómo se involucra en varios principios fundamentales del éxito: el optimismo, la ambición, el hacer frente al desafío, convicciones firmes, saber capitalizar el costo de oportunidad, relaciones públicas y el concretar los sueños por más difíciles que parezcan.
Según su biografía, George Washington Ferris Jr. fue un ambicioso y competitivo empresario. Creciendo en la América del siglo XIX en un paisaje industrial emergente que resultó ser un terreno fértil para su talento. En sus primeros 30 años ya tenía oficinas en varias ciudades importantes de Nueva York, Chicago, Filadelfia y Pittsburgh. Fue entonces cuando su compañía obtuvo un contrato para la «World’s Columbian Exposition» de 1893. Evento que iba a convertirse en el punto crucial en su vida, pues habían pasando solo unos años de la Exposición de París con su Torre Eiffel. Se propuso construir una enorme rueda giratoria, más alta que cualquier rascacielos de la época e involucró en el proceso a 2,000 personas obteniendo una rueda con un peso de 1,200 toneladas. Una creación de gran calibre nunca antes vista, que fue construida, entregada en tiempo y según lo prometido por su creador, fue la atracción del evento.
Un polémico reto que llegó a ser un punto de referencia para la creación de ruedas de la fortuna en todo el mundo, aquí algunas de las más relevantes:
«London Eye», en Londres, alcanza una altura de 135 metros, es también conocida como «Millennium Wheel», terminada en 1999 y abierta al público en marzo de 2000, fue la mayor rueda-mirador del mundo hasta la apertura de la Estrella de Nanchang en mayo de 2006. Esta atracción también es reconocida porque apareció en una de las películas de la saga de James Bond.
La «Estrella de Nanchang», en la parte este de China, es una rueda-mirador de 160 metros de altura, fue abierta al público en mayo de 2006. Tiene 60 cabinas climatizadas para un máximo de 480 pasajeros. Cada rotación dura aproximadamente unos 30 minutos.
La «Singapore Flyer», mide 165 metros de altura y está situada en Singapur. Fue inaugurada el 11 de febrero de 2008, y abierta al público el 1 de marzo, cuenta con 28 «cápsulas» del tamaño de un autobús y permite a los pasajeros caminar alrededor sin sentir ninguna vibración durante los 30 minutos de rotación.
Actualmente y después de 128 años, la rueda de la fortuna más grande del mundo se vuelve a situar en Estados Unidos, es la «High Roller» en Las Vegas, Nevada. Es una de las atracciones más espectaculares pues mide 167 metros de altura y fue hecha con 112 cables y 3 millones de toneladas de acero. Cuenta con 28 espaciosas cápsulas que pueden albergar hasta 40 usuarios cada una, están forradas de vidrio para disfrutar de 360° de vista. Es un observatorio en movimiento que tarda 30 minutos en dar la vuelta completa.
No se puede dejar de mencionar a «La Riesenrad», uno de los principales atractivos turísticos de Viena. Fue construida en 1897 para celebrar el cincuenta aniversario del reinado de Francisco José de Austria, mide 61 metros. Por último, la «Estrella de Puebla» en México, es la más grande de América Latina con 80 metros de alto. Fue inaugurada el 22 de julio de 2013 y tiene 54 góndolas con una capacidad de ocho pasajeros cada una. El tiempo promedio del recorrido es de tres vueltas por hora.