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¿Realmente estamos listos para celebrar una noche de paz? Si te pones a pensar en tantas injusticias, discriminación, atentados, engaños, inseguridad, ejecuciones, disparos, despojos… es una lista tan pesada que se torna en depresión y angustia.
La situación actual en el mundo no es más que un reflejo de lo que hay dentro de cada ser humano, para bien y para mal. Se desarrollan avances importantes en tecnología, en salud, descubrimientos espaciales, en contraste con tantos inmigrantes en cada rincón del planeta que huyen de ambientes hostiles, del hambre y la violencia; no se entiende como un ser humano puede hacerle daño a otro por el poder y el control del dinero, por la intolerancia, por ignorancia, por marcar su territorio, por «no pensar como yo, eres mi enemigo«…
Pero valgan estas fechas para hacer una pausa, no nos quedemos con eso negativo, hagamos conciencia y reflexionemos que si cambiamos nuestro entorno podemos aportar una mejoría en general. Creyentes o no, Jesús fue un hombre que hizo posible un antes y un después en la historia de la humanidad, su objetivo y misión era el amor al prójimo, enseñarnos que todos venimos a vivir en paz unos con otros. Celebrar su nacimiento es un gran pretexto para darnos cuenta a lo que realmente venimos a este mundo.
Así que pongamos de lado los pensamientos que no aportan, lo material, dejémonos llevar por el sentimiento real de compartir con los nuestros, sé que una noche no basta para cambiar todo el caos que nos rodea, pero sí puede ser motivo de recordar y hacer conciencia de que en nosotros está la clave para crear un mejor lugar donde vivir. Hagamos ahora una lista que contenga el amor a la familia, el respeto, la solidaridad, la honestidad, la generosidad, la comunicación, el cuidado del planeta, el pensar en equilibrio.
Yo creo que sí estamos listos para celebrar, no solo una, sino que todas nuestras noches sean de paz, cerrar los ojos para descansar y dar gracias por lo vivido, pedir perdón por lo no hecho, confiar y trabajar en que podemos ser mejores versiones de nosotros mismos, por nuestro bien y el de los nuestros, que al final somos todos.
Cierro con una frase muy cierta, no sin antes desear que no solo en Navidad tengamos momentos de lucidez y hagamos el compromiso con nosotros por ser personas conscientes de darnos amor y compartirlo. ¡Felices noches y días de paz!
“Solo existen dos días en el año en que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y otro mañana. Por lo tanto hoy es el día ideal para amar, crecer, hacer y principalmente vivir”.
Dalai Lama
«Veo el mundo a través de tus fotografías…» me ha dicho un entrañable amigo, quien sufrió un accidente en el año 2013, que tuvo graves consecuencias y lo ha mantenido en tratamiento constante en el hospital, vive en Cancún.
Es por ello que en cada viaje le envío expresamente una fotografía, sea de escenarios abiertos, mar, montañas, arquitecturas que hablan con las piedras, imágenes que captan el momento pero también el sentimiento de lo que veo como espectador. Pienso en él cuando el cielo está en calma y se dibuja en las nubes un rasgado sutil, cuando el sol sale imponente o cuando se oculta dejando ver siluetas que cierran el día junto a la luna.
Con toda certeza mi intención es mostrarle lo que veo, pero más allá de eso, es lo que trasmite la luz y lo que quiero hacerle llegar son los espacios que lo hagan salir de ese estado doloroso. Sé que no es fácil tener una lucha interna, que en esa, como en tantas situaciones, el combate está dentro de tu cuerpo y no puedes huir pues enfrentas una batalla en solitario, de frente, teniendo únicamente una frágil trinchera.
Esto me hace reflexionar y con seguridad puedo decir que mientras se encuentra la cura para el enemigo físico, debemos recurrir al «hospital de almas», darle al cuerpo un momento donde la mente alimente al espíritu. Así que si puedo enviarle un fragmento del día donde la tierra nos muestre su belleza en cualquier expresión, lo haré con toda y por toda la fraternidad que nos une.
Sé que no puedo llevarte a cada rincón del mundo, pero sí puedo enviarte un pedazo de mi sentir para reconfortarte y decirte que el mundo te espera y las fotografías te guiarán hacia donde esté la tranquilidad… ¡Fuerza «A»! sé que volveremos a viajar con cámara en mano, aquí y más allá.
El ser humano desde siempre ha buscado capturar su realidad y la fotografía es una de las mejores formas de expresión y permanencia, marcando un antes y un después desde su invención. Ahora, en el mundo de la fotografía también podemos tener un parteaguas, en un inicio se capturaba la luz en materiales fotosensibles, ahora se transforma en 0 y 1, la llegada de la fotografía digital es lo de hoy, pero en realidad hay un factor común en cualquiera de las dos vertientes, el fotógrafo detrás de la lente.
Con este tema quiero iniciar una nueva aventura, además de compartir mi visión de la realidad a través de la fotografía, escribir sobre ella y lo que la rodea, me llena de emoción.
Dicho lo anterior, partamos del hecho de que hoy cualquiera puede decirse «fotógrafo» porque tiene un teléfono móvil o una cámara digital y aunque es indudable que la tecnología abre caminos, acorta distancias y atrapa momentos, estos aparatos por muy sofisticados o sencillos que sean, no hacen la fotografía. Cito aquí a Mike Rapton, un profesional con más de 50 años de experiencia:
«Todo el mundo puede tomar fotos, pero para ser un “fotógrafo” es una cuestión totalmente diferente. No necesitas una “buena cámara” para tomar “buenas fotos”, es la persona que toma la foto, no la cámara. Para ser un buen fotógrafo se necesita la habilidad de ser capaz de ver una imagen sin mirar por el visor.»
Por esto, podemos entonces decir que, ser realmente un fotógrafo, un hacedor de imágenes, es trabajo del día a día, es aprender a ver más allá de lo evidente, crear la composición con los elementos presentes, los integrantes de un momento que será atrapado y no huye. Un atardecer en Cancún, un fiordo en el fin del mundo, la mirada de un niño en la plaza, el dolor de un hombre en situación de calle, una majestuosa iglesia, una mezquita, un edificio perfectamente ejecutado que alcanza el cielo…
Sea cual sea el protagonista de la fotografía, es el ojo del fotógrafo el que capta y captura.
Yo estoy cierto de que un fotógrafo «nace y se hace». Se tiene que traer esa sensibilidad y también la disciplina de aprender de los errores que realizas en las tomas, para que no vuelvan a ocurrir, y por lo tanto, mejorar el resultado.
Así, puedo concluir que, un buen fotógrafo al estar en el lugar correcto, en el momento preciso con cámara en mano y el ojo abierto para disparar, se permite atrapar la realidad.